Hoy me quedé mirando el ovillo antes de empezar a tejer, y me dio por pensar que en realidad el crochet es un poco como la vida. Empiezas con un hilo, sin saber si te alcanzará, si te saldrá bien o si tendrás que deshacer mil veces. Pero aun así empiezas, porque algo dentro te dice que merece la pena intentarlo.
Mientras tejía, pensaba en cómo cada punto tiene su ritmo, su espacio, su momento… y que cuando intento ir más rápido, casi siempre me equivoco. Supongo que eso también pasa fuera del crochet: cuando queremos correr, la vida nos hace deshacer unas cuantas vueltas.
Hoy no he hecho gran cosa, pero he tejido tranquila, sin prisa. Y la verdad… se siente bien. 💭🧵